viernes, 13 de mayo de 2016

¡¡¡El arte de comer!!!


¡¡¡Hola artefiliáticos!!!

¿Os acordáis de que iba la próxima tarea que nos mandó el docente para entregar en la próxima práctica?, bueno... es muy sencilla, ¡¡tan sencilla como el comer!!, ale seguramente os habréis acordado ya :). Sí artefiliáticos, la segunda tarea era realizar un plato de cocina creativa utilizando sólo dos colores, el rojo y el verde. Yo decidí realizar un plato salado al horno, he de confesar que necesité ayuda de mi padre... si amigos si, soy negada para la cocina.... ¡ya sabéis una faceta mía más! jajajaja

Pues, para dicha tarea, decidí dividirla en dos partes principales:
  1. El plato en sí
  2. La presentación del plato
No tenerme en cuenta los altos críticos de cocina la presentación, o los métodos empleados para la ejecución, no soy profesional jajajaja!!. Os adelanto que no voy a estructurar la realización del plato en formato receta, si no os voy a ir comentando el proceso psicológico y emocional que he ido experimentando durante la realización del plato (¿Lo vais pillando?).


¿Sabéis a que me recuerda esta imagen/situación? A la hoja en blanco de las actividades de las entradas previas... Se me asaltaron preguntas tales como: ¿Qué hago contigo?, si que es verdad que poco a poco voy sintiéndome más confiada, pero sentimientos de dudas, de miedos y desconfianzas propias, de creer que no voy a ser capaz de algo, a pesar de tener (creo yo) todas las capacidades para lograrlo, de momento siguen estando presentes.
Quizá esté condicionada a mis experiencias previas de fracaso y creo que esa será mi rutina diaria... pensamiento irracional lo llaman...elemento que se puede trabajar con sólo realizar un plato de cocina, debido a que si al final consigo realizar el plato principal a pesar de mis miedos iniciales de que no iba a conseguirlo... dicho miedo caerá sobre su propio peso, aspecto que de nuevo, es generalizable a la vida diaria (Lo vais pillando fijo...)


Tras colocar el papel vegetal en la bandeja del horno, decidí cortar en primer lugar el elemento verde de mi plato creativo, el calabacín. He de confesaros que en este primer paso experimenté una gran masa de nervios, era tan alto mi nivel de activación que no recuerdo los pensamientos que me rondaban la cabeza, sólo pude experimentar los temblores que desde mis hombros (e incluso piernas) experimentaba mi cuerpo solamente al aproximarme al calabacín, quizá dichos nervios fueron alimentados por mi falta de experiencia en dicho ámbito, por haber recibido pocas experiencias cocinando, me sentía en cierta manera indefensa a lo desconocido, miedosa por no saber como reaccionar o actuar ante hechos inesperados que se me podrían presentar durante el proceso de cocinar (o en la misma vida incluso...)



Una vez fui colocando los trozos de calabacín, poco a poco la confianza en mi misma iba aumentando, mis temblores disminuyendo... Fue entonces cuando mi hipótesis iba confirmándose cada vez con más frecuencia, de que soy una persona que antes de iniciar o empezar cualquier cosa, ya sea una actividad, trabajo etc, me asaltan las dudas, los miedos, los nervios e incluso los temores por el futuro. Con esta asignatura estoy aprendiendo a que uno de mis mayores deseos es querer controlar el futuro por protección propia, todos sabemos que es imposible y más si recordamos la frase: "El pensamiento no atrapa la vida" de una de las entradas previas.
También, quisiera compartir con vosotros, que al final cuando me decido por empezar a realizar aquello que me atemorizaba, en seguida consigo la confianza que me faltaba al inicio y mis actitudes cambian drásticamente, en cuestión de segundos, todo por conseguir aquello que considero que es importante.

Una vez colocados los trozos de calabacín en el horno, me empecé a sentir satisfecha con mi trabajo, todavía quedaba mucho camino por recorrer, y mucha gente de fuera no veían cambios significativos del proceso, pero a mí me surgió una sonrisa inesperada, reflejada de manera inconsciente y automática, todo porque yo misma me felicité diciéndome: "Has vencido unas pequeñas barreras, unos pequeños miedos y mira que bien te está saliendo, eres una campeona", me gustó dicha sensación, pero en el fondo sabía que iba a ser una alegría momentánea y que los miedos y las preocupaciones volverían a resurgir de las cenizas, pero se con seguridad, que cada vez con menos fuerza.


Cuando sacamos los trozos de calabacín del horno... sí, habéis leído bien, "sacamos", mi padre como os he comentado previamente, me echó una mano, no todo el mérito es mío y no me arrepiento de decirlo, de confesar que he necesitado ayuda, el hecho de pedir ayuda no te hace más débil ni menos válido, si no todo lo contrario, porque quieres desarrollarte como ser humano.


Después, empezamos a introducir los tomates, me pareció hermoso el corte de éstos y como brillaban y se mantenían fuertes a pesar del corte por la mitad debido al cuchillo afilado. Me gustó dicha estampa porque en cierta manera, me vi reflejada en ellos, mantenerte fresca, brillante, llena de vida a pesar de las grandes dificultades que ésta presenta.
Me pareció interesante el contraste que reflejaban los dos elementos, porque casi sin quererlo, el calabacín debía introducirse en el horno dos veces porque cuesta un poco más de cocinar que el tomate y su color, el verde, refleja la esperanza del inicio de algo, por querer que salga bien y por ello lo inicias, después, aparece el rojo del tomate, la pasión por seguir haciéndolo y de nuevo esperanza por seguir manteniendo lo que se está haciendo a pesar de las dificultades.


A continuación, debíamos colocar trozos de queso encima del calabacín, para darles más sabor y que nuestro plato principal estuviese más rico y repleto de sabores, como de emociones. He de confesar que en este paso, mis miedos porque saliesen las cosas mal estaban a niveles bastante mínimos, hasta tal punto que me sentí confiada e incluso a gusto colocando los trozos de queso.



Durante la ejecución de los pasos del proceso, mis emociones negativas iban dejando hueco a las emociones positivas: satisfacción, alegría, felicidad, serenidad, asombro y por supuesto diversión, provocando un disfrute casi total de dicha ocupación terapéutica.



Fin de la primera parte del plato de cocina creativo... Próximamente la entrada de la presentación y su proceso de ejecución.

¡¡¡Hasta luego laborfiliáticos!!!


"Una receta por sí misma no tiene alma, es tu trabajo dársela".

Thomas Keller



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